sábado, 21 de enero de 2012

Anónimo temporal.


Como jodido. Se me pasó el tren de las ocho y la contestadora no funciona.
No deseo hablar con nadie. Pinto no demora en llamar a pedir explicaciones, si se enterará de que no me importa, si supiera que con o sin mi las cosas seguirán siendo un mierdero en la galería.
Aquí mismito como que mejor desaparezco, ya ni falta haría por estos lares, ganas me sobran.
Que en las mañanas buscaba a Pilar y se había largado ya para el norte, en las tardes Ramirez y Gomez se me borraban del mapa, como es de suponerse se sumergían en algún billar... Las noches, ni mencionar las noches. Tomaba fotografías de un jarrón azul que me incitaba a lavarme las pestañas en ácido sulfúrico y Marcelita otra vez llegaba tarde de trabajar, "Marcelita, me tienes olvidado" le suplicaba con voz de niño, pero no escuchaba, ella nunca escucha, no es si no que le den cuerda y ella como que se olvida de que existo yo, existe un mundo, existe Marcelita.


Marcelita no es mi mujer, ella juega como hombre y le gustan las muchachitas. Es mi mejor amiga, porque habla poco, come mucho y una que otra vez peleamos por las mismas viejas, un día le dije "Intenta Marcelita y verás que te cambias de bando" y nos chupamos, nos sudamos cada pelito, nos tocamos las pupilas y los tuétanos, le mordí la frente, nada, ella tiene mini-testículos en reversa. 
¿Y en que estaba? A si, son eso de las diez con veintiochenta minutos y el reloj que no se calla me sube por el pubis chocándome las pelotas, exprimiéndolas como naranjas; para hacer amena la cosa saco a María de raíz y me la fumo. ¡Que delicia María, si así me haces volar que tengan cuidado los aviones porque no tengo pista de aterrizaje!  
El teléfono suena y mejor me hago gato ingrato, ring uno, ring dos, si no se calla me vuelvo león.
Ya pasó, debió ser Pilar para decir Hermanito estoy bien, le dejo mensaje para que cuando llegue me llame. No sirve ese aparato, por eso como que me medio cago en las máquinas y quisiera ser cavernícola, pero este planeta esta tan absorbido hasta el ojete por esas cosas que a uno le toca acomodarse. Me voy al lago, allí pienso mejor, pienso en todo, ¿Para que pienso?, yo quiero ser fantasma, polvo, aire, yo quiero importar y no importar ni un carajo. No hay necesidad de lanzar piedras cuando el lago ya está seco. No deseo ser una molestia. Una vez amé y  otras varias tiré por gusto, que uno se olvida dicen, pero que va, si uno se clava más adentro a cierta maldita, imaginándose que sería si y que tal que. No negaré que me enamoró de todas y a todas las quiero jugositas en mis muslos, que engañe a esa maldita como tropemil veces con la mente pero jamás tiré porque me importaba y claro yo como un ingenuo copito algodón me creí de que la cosa cambiaría. Ya que, si estoy en el lago y las piedras se tragaron todo, si María es a la que necesito y bien rica que si estaba envuelta en mi porrito.

Ramirez y Gomez me buscarán, ya digo yo, que si se enteran de que se me pasó el tren, querrán ir por algunas cervecitas y luego María otra vez, tal vez Sanchez se nos pegue ya que no tiene más pa' donde agarrar y yo invito a Marcelita, que ojalá me escuche y no esté haciendo deditos con una mujercita protestante. A Pinto lo veré ya despuecitos del sol naranja, le diré que ya no aguanto las obras mediocres de la galería, porque en estos tiempos todos se creen Da Vinci y las letras se rebajaron, cualquiera es poeta y escritor, ¿Y quien dice algo? Que cada quien despilfarre su existencia como pueda, a fin de cuentas los desesperados abundan, como aquella maldita que bien afanada estaba por todo y no corría ni a la esquina, si yo la vuelvo a ver (y más de una vez he alucinado que sea así) le meto su besito bien duro y la mordisqueo    para que le guste y le duela, bien merecido se lo tiene.
No tiene caso me voy para mi casa, por lo menos a llamar a Pinto para saber que tan urgente esta el asunto, el pobre me causa lástima, en sus días de veintiputo estudiaba artes en no me acuerdo que tan nombrada universidad, y juraba y re contra juraba que Dalí le lamería las botas, ahí está que se quedó en pañales (literalmente porque sufre de incontinencia) y su galería en el centro para aficionados, a medias le da para el arriendo.

María se fué, ya casí no dura conmigo, es furtiva y veloz, como las cosquillitas que esa maldita me hacia sentir con la nariz en mi pecho.
Como jodido, que a uno lo olviden en una galería, que a uno se le pase el tren, que uno tenga una mujer en la misma cama y le gusten las muchachitas, que uno tenga amigos a raticos, que a uno las piedras le recuerden bobaditas, que a uno le toque lidiar con un viejo frustrado, que a uno lo llamen solo por conveniencia, que a uno le huya ya María, que a uno se le pasen los años en una burbuja, que a uno que quería ser terminó no siendo, que a uno le calentaran abajito y le voltearan la mejilla, jodido, jodido, que no me de la cabeza para sacarme a esa maldita y los planes se hicieran bolitas de mierda, pero aun más jodido es quedarme aquí sentado esperando que lluevan nuevas palabritas para las invenciones altaneras de una tarde de sábado.







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