martes, 5 de febrero de 2013

Manifiesto a una idea que ha de ser manifestada.


La idea es la perfección. Si no fuera por las ideas, el mundo no sería lo que conocemos hoy día.

Las ideas son inútiles en sí mismas, únicamente cumplen su misión cuando son puestas en práctica.

Si no se es el Mesías de sus ideas no se es nadie. El Mesías de sus ideas puede ser llamado artista. 

Hay que jurar el sacrificio perpetuo a la materialización de la idea, hay que vivir por ella y nada más. Si no se vive por y para la idea entonces se cae en la vanidad.

No hay que escatimar pensando en miedos ni en respetos, la idea debe ser llevada a la realidad tal cual se pensó y aun mejor. Nunca hay que minimizarla o mutilarla.

El origen de la idea es trivial: Plagio, epifanía o trabajo dedicado. Eso no importa en lo absoluto, lo realmente trascendente es la idea como tal.

La imaginación es la fuente de toda buena idea, por lo tanto esta debe ser cuidada y estimulada frecuentemente.

Las ideas deben ser llevadas a la realidad en el menor tiempo posible. Si se tiene una idea, no se debe descartar la posibilidad de que a otra persona ya se le ha ocurrido (o se le ocurrirá) algo similar o mejor y que ya lo está poniendo en marcha.

Son los actos los que determinan al ser. Por lo tanto se es artista no por la cantidad de ideas que se tienen, sino por las ideas que se llevan a la práctica. El crédito se lo lleva el sujeto que pone en marcha su idea, no el que la deja en la mente.

Es preferible que la calidad prime sobre la cantidad. Una sola obra magnífica es mejor que cien obras mediocres.

El que pretenda combinar calidad y cantidad, debe asegurarse de ser un verdadero genio. Para la muestra tenemos dos botones: En la esquina de lo poco y  lo bueno tenemos a Rulfo; por el lado de lo mucho y lo bueno vemos a Balzac.

El artista debe estar consciente del público a quien va dirigido su idea. Para los comprensores de metáforas viene lo siguiente: No se le puede dar carne a un vegano y verduras a un león… a menos que la idea consista en burlarse de ellos. La idea máxima es la que provoca risa o fascinación.

Para terminar, no hay nada más deprimente que una idea estancada. La conciencia se encarga de mortificar al sujeto negligente, como dicen por ahí: “La peor diligencia es la que no se hace”.


Señoras y señores, es hora de materializar sus ideas.