domingo, 15 de diciembre de 2013

ANOMALÍA

Te quiero así el tiempo nos haya hecho pedazos. 
Cada vez que pienso en ti me asalta una corriente de incertidumbre, es un río que corre fuerte por mi garganta. El cielo nos hace venia, porque no sabe, como nosotros, hasta dónde llegar, no tenemos límites, o eso parece. O al contrario, los límites son internos, nos limitamos mentalmente al otro. ¿Nos tememos?

Sonidos estáticos en mi mente, tensión. Imágenes paralizadas: el tiempo nos toca, nos derrumba y nos revienta el subconsciente. Somos esclavos de la rutina: despertamos en su ausencia y dormimos en su ausencia, ésta nos es siempre inevitable. Es por eso que a veces nos convertimos en energía paralizada.
Somos misterio, sombras confusas, que padecen sentimientos inertes, sólo falta intercambiarlos con el otro, comunicarlos, reflejarlos para que estallen en vitalidad genuina.
Somos viento que divaga y serpentea, que se pierde en otros cielos. Viento disperso y punzante. Me emputa cuando dices todo a medias, no te creo nada porque lo esencial lo dejas en espera. ¿Acaso es el viento que se lo lleva? ¿Acaso lo esencial es tan frágil?

Tu cuerpo en mi cuerpo es una visión montañosa. Cruzar mis pensamientos a tu cuerpo, eso quiero. Mostrarte de qué mundo estoy hecha, eso quiero.
Siempre soy ríos de impaciencia e inquietud. Siempre quiero saber más de lo que debo. Soy montañas escalables de ideas interceptadas y superpuestas, cada enredo intelectual es un escalón a la cima que es mi alma, una cajita frágil y polimorfa que dispara indistintamente conformaciones y utopías inimaginables.
Soy lo que quiero ser y hacer pero no lo dimensiono, soy el sueño de mi misma, pero no me veo, no encuentro el espejo de mi alma. Soy un mar de tentaciones. Soy caminos pedregosos e hirientes. Soy tormentas de sentimientos, soy el siento luego existo. Soy el papel antagónico, soy el desastre natural, soy inundaciones cognitivas. Soy presente donde el futuro es muerte, soy caos.


La vida se me hace polvo cuando hablo contigo, se me escurre vertiginosa. Pierdo la claridad y la percepción real de las cosas, me aturdes, por eso sé que no nos convenimos. Yo me adentro mucho en mí y me quiebro constantemente. Mi mente es un taladro cuando idealiza que el tiempo nos pervirtió.

"Basada en lo planteado por el diseñador Wucius Wong, en este caso se le aplica un cambio de dirección y de color a una figura de la estructura para atraer la mirada hacia ese punto, dinamiza el diseño y además contiene un mensaje claro y directo."







sábado, 7 de diciembre de 2013

Marzo 23 de 2011

Pequeñas dosis de felicidad empaquetada,
corazones de colores volando por el viento,
avisando tu presencia tan llena en mí.
Algunas rosas para tapizar mi alma,
y  tus sonrisas para musicalizar mis auras.

Nubes de espuma centralizada para las preocupaciones
y escaleras al sol para tocarlas y deshacerlas.
Un cielo plasmado en azul, dorado y plata,
profundo y persistente, con extensiones, lunas portátiles para saltar y tocar una puntica de ese cielo enlatado.

Una palabra tuya, para llevarme y recogerme en un rincón del universo,
un amor sublime que sería un acto admirable,
con la mente jugándome sucio, lavándome en negro,
con un arcoíris en la ventana dividiendo mis horizontes,
con tu mirada en mis labios,
con una similitud de divagaciones,
como este párrafo a ti,
un toque de dulzura al alma del desalmado y un desvelo cortés  a tu cuerpo en mí.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Robo

-Quiubo a ver gonorrea, se bajó del bicho.

Julián no lo pensó dos veces, ya estaba mamado. Esta semana ya lo habían robado dos veces. El lunes le habían quitado los papeles en un maldito Transmilenio lleno y el miércoles le habían robado la bicicleta mientras compraba víveres en el supermercado. Ahora las ratas iban por el celular. “Mierda, ¿Por qué putas a mi?” Julián evitaba pasar por lugares solitarios, no sacaba a relucir sus aparatos tecnológicos y procuraba no andar muy tarde por la calle. En general era un tipo precavido. Pero esta semana, justo esta semana todo le había salido mal. Ahora, a las 4 de la tarde, en medio de un parque, una garba le estaba pidiendo el “bicho”.

-No tengo hijueputa.
-¿Entonces qué es eso que se le ve en el pantalón? ¿El gomelito se va a hacer esculcar?
-Atrévase imbécil.

El ñero, la garba o la rata. Aquella especie tan conocida y esparcida en este maldito país. Jóvenes delincuentes que se sumergen en el mundo de la violencia y de las drogas desde pequeños. Sujetos que reproducen como conejos, que no finalizan sus estudios y que terminan emulando las practicas de pobreza y violencia del país. No es que sea totalmente culpa de ellos, el estado tiene la culpa en sus inicios, fomentando la desigualdad, extendiendo el conflicto armado, negando oportunidades, ofreciendo una educación mediocre. Pero hay personas que, a pesar de todas estas condiciones adversas, se las arreglan y salen adelante. Pero el ñero, la garba o la rata, esta que está a punto de esculcar a Julián, no está interesada en salir a ningún lado, solo quiere plata para su baretico de cripi, sus pases de perica o para media de Michelado.

“Pa’ saber que estos hijueputa van a terminar siendo policías bachilleres o milicos” piensa Julián mientras la rata se guarda el chuzo y se acerca para esculcarlo. “Esculcar, requisar, la misma mierda es.”

La operación está planeada para no durar mucho. Un robo consiste en intimidar a la víctima, hacer que entregue en el menor tiempo posible sus pertenencias para que finalmente el ladrón emprenda la huida. Pero a veces, las victimas no se asustan tan fácilmente ante la presencia del chuzo, así que los ladrones deben recurrir a otras técnicas de intimidación. En este caso Julián se ha hecho esculcar, todo bajo su propio riesgo.

El ñero esta en frente a Julián, casi que puede sentirle el aliento, puede ver con detalle su cara llena de barros, sus dientes chuecos y amarillentos, su gorra de ese equipo de futbol. “Malparido.” Julián no se aguanta la pierda, y justo en el momento que piensa esa palabra de cuatro silabas ya está cogiendo al ladrón por la nuca y estrellándole la cara contra la rodilla. A pesar de que tienen fama de veloces y ágiles, esta vez no le ha servido de nada a la rata, Julián tomó una ventaja infinitesimal que ahora mancha su rodilla de sangre.

-¡MIRE BIEN A QUIEN VA A ROBAR LA PROXIMA VEZ RATA HIJUEPUTA!

La garba cae sorprendida en su propio juego, el de la violencia. Seguramente, mientras el gomelito parado le llena el estomago de patadas, él ya está pensando en su venganza. Le va a mandar a todo el parche de ratas, le va a dejar ese estomago como colador, esa carita va a quedar pa’ limpiar pisos…  pero entonces todo se vuelve borroso y el buen ñerito se va a dormir.

 ¿De dónde saca un tipo normal tanta ira como para dejar inconsciente a un ñero? 
WELCOME TO THE TERCER MUNDO.

Julián se detiene. Eso fue por su bicicleta y por su maleta, pero aun no es suficiente. Se pone de cunclillas al lado del cuerpo de la rata ensangrentada y empieza a esculcarle los bolsillos. Una navaja, una bolsa con diez lucas de cripi, un IPhone y cincuenta mil pesos en efectivo. Hace un paneo general de la rata y se da cuenta que los zapatos están severos. Se los desamarra y Julián, con una sonrisa en su cara, su pantalón manchado de sangre y sus bolsillos llenos, recita un viejo adagio popular para clamar su conciencia mientras deja el parque:


“Ladrón que roba ladrón tiene cien años de perdón”