sábado, 21 de noviembre de 2015

LO SINIESTRO


El laberinto que María Iribarne se construyó a sí misma.
Desde afuera es una construcción simple
de fachada insondable;
por dentro,
el laberinto de El Resplandor,
el habitáculo orbital.

Piénsese dicho hotel tal como
el cuerpo de María:
las escaleras que interceden tal como
las costillas, 
arrastrando la tortura            :          el colorido tapiz de las mentiras;
pero también las emisiones invariables
el desespero por  la estructura...
-¡De repente, el cuerpo se estremece y los pies se postran en el hígado!
El grito de Munch pasa a primer plano. 

El dolor de la transmutación. 
Jack Nicholson sólo vagaba nauseabundo por el hotel.
De pronto, se veía bajando las escaleras, decidido, pero encontrándose de nuevo –sumiso ante el caos- en el mismo piso. 

-¡De repente, los pies 
(que ya habían retornado a su sitio original) 
se unen!

La incapacidad de caminar
¿Cuáles pasos en falso?

El desespero por la estructura,
la consumación kafkiana del tiempo:
la imprecisión,                         insecto diminuto,                                    incapaz;
la eterna posibilidad de resbalarse y caer patas arriba.

                 -Las monstruosidades, evidentemente, simbólicas:
                       un insecto como Samsa en el hotel de El Resplandor.


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