Texto
original en: http://dyske.com/paper/897
Una noche de invierno, uno de los amigos japoneses que conocí cuando tenía 20 años estaba tocando
guitarra en la fiesta de navidad de su empresa. Él era un arquitecto 10 años
mayor que yo. Antes de que decidiera estudiar arquitectura, él se estaba
haciendo una vida como guitarrista en Japón. Aquella no era la primera vez que
lo veía tocar, pero seguía sorprendido por lo bueno que era. Después de su
presentación, le pregunté si no sentía pena por no haber seguido con su carrera
musical. Él entonces compartió conmigo su confirmación de que la vida era un
proceso de darse por vencido. En ese momento no pensé mucho en lo que dijo. Creo
que recuerdo esto únicamente por su inusual revés a las creencias populares. Sobre todo en esta tierra de sueños “darse por
vencido” se ve casi como sacrilegio. El sustento de todo el mundo parece estar
en ostentar grandes, aunque distantes sueños. Para algunas personas, mientras más sueños,
mejor. Entonces ¿Qué quería decir mi amigo cuando afirmó que la vida era un
proceso de darse por vencido?
Ahora no solo lo entiendo, sino que yo mismo lo creo. Otra
forma de decir lo mismo es que la vida es un proceso de dejar ir tu propio ego,
o dejar ir aquello a lo que estas apegado. Contrario a lo que se podría asumir
por la connotación de la expresión “darse por vencido”, esto se hace con el fin
de disfrutar más de la vida. Por ejemplo, no puedes disfrutar del alcohol si
estas enganchado a él (o si eres adicto). El goce de cualquier cosa requiere
una cierta distancia. Cuando la idea del ego propio esta enganchada al objeto
del placer, se pierde la capacidad de ver las cosas por lo que son. Creo que
esto es en parte responsable del fenómeno llamado “el bloqueo del escritor”, en
el que la identidad de “escritor” está tan enganchada al ego propio, que el
miedo a perder esta identidad se vuelve más grande que el entusiasmo por
escribir. Es por renunciar a la idea de ser un “escritor” que uno es capaz de
ser un escritor y disfrutar siendo uno.
Esto es difícil de hacer, especialmente en un país donde la existencia
propia está definida por la profesión. El miedo de no estar a la altura de la
reputación de “El más grande escritor Estadounidense” fue probablemente lo que
mato al escritor en Truman Capote, por ejemplo.
En este sentido, “darse por vencido” no es lo mismo que renunciar.
Mi amigo seguía tocando la guitarra, solo que él no continuaba
profesionalmente. La mayoría de alcohólicos no pueden disfrutar del alcohol con
moderación, tienen que dejarlo por completo. De la misma forma, cuando estas
apegado a algo, tus opciones están entre dejarlo por completo o depender de
ello para toda la vida. De cualquier manera, no es agradable. También es común
ver aspirantes a artistas, músicos y actores dejar por completo sus actividades
una vez llegan a la conclusión de que nunca van a lograrlo. En ese punto, se
vuelve evidente que la motivación detrás de sus propósitos creativos no era su pasión
o entusiasmo, sino su apego a la idea de convertirse en alguien. O, también es
posible, que cualquier entusiasmo que hayan tenido haya sido abrumado por el
miedo a fallar. Irónicamente, creo que si puedes abandonar la idea de
“lograrlo”, podrías tener un mayor chance de lograrlo. Si no se estuviera bajo
la presión de las expectativas propias, se podría disfrutar más de las
actividades, y por lo tanto producir una mejor obra.
La gran pregunta es: ¿Por qué desarrollamos apego a las
cosas? Como Aldous Huxley dijo, la mayoría de seres humanos tenemos una
capacidad casi infinita para dar las cosas por sentado. Desarrollamos apegos y
ni si quiera lo sabemos. Solo cuando nos vemos amenazados por la falta o la
perdida de las cosas, nos damos cuenta de lo apegados que estamos a ellas. Si
perdemos nuestra vista, por ejemplo, algunos de nosotros podríamos considerar
el suicidio; pero si pensamos objetivamente en la cantidad de personas ciegas
que disfrutan de sus vidas, entonces parece tonto estar deprimido, incluso por
ser ciego. Además ¿Por qué los animales no tienen el mismo problema? Un perro
puede perder una pierna, y continuar viviendo tan feliz como antes. Tal perro
obviamente tendría que luchar y sufrir las molestias, pero su espíritu no se
vería afectado. Algunos animales como los elefantes aparentemente exhiben
señales de depresión por la pérdida de sus amigos o parientes, pero la mayoría
de animales abandonan a sus propias crías casi tan pronto como nacen y nunca
las vuelven a ver. Ellos parecen no tener apegos, viven estrictamente en el
momento presente.
Esto me lleva a creer que existe una razón evolutiva para
nuestra tendencia a desarrollar apegos. Mientras más evolucionada es la
especie, más apegos parece exhibir. Mientras más apegados estemos a nuestra
propia vida, más fuerte será el deseo de sobrevivir. La selección natural, de
esta forma, quizás favorece a aquellos humanos con egos fuertes. Los egos
fuertes chocan y crean conflictos, pero estos choques de ideas y egos obligan a
que mejores ideas salgan a flote. Las ideas mismas pasan por el proceso de
selección natural. Sin egos y apegos, el sistema no podría funcionar, y
nosotros como especie estaríamos menos equipados para sobrevivir.
El Budismo Zen es un proceso de desprendimiento. Está tan
preocupado por el apego, que desaconseja apegarse a la idea de desprendimiento,
y puedo ver por qué; porque de hecho el apego tiene funciones positivas y
útiles. En este sentido, Zen no es un proceso de desapego, sino simplemente la
comprensión de lo que es accesorio.
A medida que envejecía y enfrentaba varios deterioros
físicos, me vi forzado a estar en paz con la idea de darme por vencido en
ciertas cosas de la vida. Posiblemente podría rehusarme a aceptar la idea de
rendirme, e intentar correr 10 millas cada mañana, o gastar horas en el
gimnasio, pero si mi motivación para conservar mi fuerza física es estar en
negación, entonces a lo que realmente estoy renunciando es a tener el coraje
para enfrentar la realidad. De nuevo, este apego a la fuerza física
eventualmente extinguirá cualquier goce que pueda obtener al ejercitarme.
Tener un niño es una espada de doble filo en la que se puede
acelerar este proceso de desapego, o bien fomentar un mayor apego al ego
propio. Si vas a ver a tu propio hijo como una extensión de tu propio ego,
estas inclinado a moldearlo en algo que tú quieres. Si tienes éxito con ello,
tu hijo fortalecerá tu apego a tu propio ego. Por otro lado, si ves a tu hijo
como otra persona con su propio ego, él te dará la oportunidad de observar
objetivamente tu propio ego. En otras palabras, tu hijo se convierte en una
útil herramienta para desprenderte de tu propio ego.
Cuando dices, “me sacrifico por mi hijo”, lo que realmente
quieres decir es que estas dispuesto a hacer concesiones entre lo que quiere tu
ego y lo que el ego de tu hijo quiere. En un mundo ideal, lo que desea tu ego
coincide con lo que el ego de tu hijo quiere (Porque él es meramente una
extensión de tu propio ego). Si no tienes esta expectativa, entonces no habría
“sacrificio” ya que la diferencia sería exactamente lo que quieres, con el fin
de alcanzar el desapego de tu propio ego.
Si mis observaciones son correctas, el desapego nos permite
disfrutar la vida en su forma menos contaminada, pero el apego nos permite
tener mejores chances para sobrevivir como especie. Parece que las fuerzas de
la evolución actúan en contra de nuestro deseo de disfrutar la vida. Podría
parecer irónico, pero la vida es solamente la interacción de dos fuerzas
opuestas.
Para vivir, hay que rendirse a la vida y saber diferenciar entre lo que es lujo y necesidad.
ResponderEliminarBuena traducción (revisar parrafo 5, lines 3-4 "La selección natural, de estar* forma"; creo que quieres decir: "La selección natural, de esta* forma" )
Gracias por la observación. Ya lo corregiremos.
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