Mambeando armonía divina, azul nácar, flores
purpuras,
calor tozudo, hambre canina, temor vital, temor tropical.
Amante letal, corazones trazaditos de menta,
colores ácidos, campos inmorales de valentía quemada.
Tremenda lujuria, azul carente, fuego creciente y luz salvadora,
caminos fingidos, esplendor ardiente,
corrientes de pureza y finas cornisas de algodón.
Amplias malezas enmarañadas, implacable y perfecta asimetría, perfecta
imperfección,
colores cálidos, temiblemente suaves y de siluetas acariciadoras.
Tornados de sonrisas y cada una de ellas con dientes de metal,
dientes de acero inoxidable, colmillos afilados y peligrosos,
bañados en sangre de fruta fresca, mortal pero deliciosa.
Mambeando armonía divina, pura casualidad, corneta de viento, calor infernal,
nubes vaporosas y el sol sosteniendo su color acaramelado,
nubes finitas y esparcibles, nubes cursivas y de negrita,
un sumidero hondo, hondo y sin fondo,
espirales de colores, colores sueltos,
mezclas de tinta del viento, y una cucharadita de azúcar para un mar desabrido
y con sujeto saliente.
Cabezas flotantes, provenientes de memorias acortadas,
sueños de canela, advertencias del inconsciente para deducir lo cierto del presente,
lágrimas de verde, como dolor de madre tierra,
camino perdido, valle aflorado de mirada asesina.
Símbolos del aire, mágico afluente de finas fuerzas que despeinan mi cabello.
Olor a mate, un yagé floreciendo y coca buena, coca tranquilita, pelaita y bien
escogida
Cánticos del alma, paz severa y efusividad,
amante del viento, quien le teme a las alturas, por eso grita tanto al alfeizar
de mi ventana,
o al filo alto de las montañas.
Trasplante abierto de ilusiones, transporte aéreo a la antigua: ¡pura
imaginación!
Vuelo preciso, universal, de conciencia chocante,
ríos de plantas rojas, hojas naranjas y tallos azules,
y este olor que me sigue esparciendo la mente como el sol sus rayos al cielo.
Búsqueda incondicional, ahora estoy dispersa por el viento, por el sol y el
mar,
este bosque se sentimientos que me sucede y una nube a mí.
Me introduzco en el sol, siento su radiación quemarme,
lo examino y me pregunto si estará sucio.
¿Acaso se ensuciara el sol alguna vez?
Cierro los ojos, el sol ya arde de rabia, me mira pavoroso,
me precipita por el viento y me despide rápido por el tejado de la luna,
como un regalo inapropiado, como una sorpresa sospechada,
me dice: ¡Me sacaste el alma!
Y se va a descansar su muerte.
Calo la luna, la comento con las estrellas,
son feas, algo egocéntricas pero sinceras,
me resbalo un poquito del tejado y un gato me agarra y me sugiere picardía,
dice que él es el dueño de los tejados.
-¡Qué sutil!- Le suelto con una carcajada, pero me sostiene la mirada hasta que
se vuelve vulgar.
Me dejo caer, no lo tolero y por eso me voy,
vuelvo a mi habitación, estoy en el suelo,
miro al cielo y veo al gato de la luna aun espiándome.
Trato de levantarme y el suelo se desbarata,
se torna un rompecabezas y tengo que armarlo para volver a andar.
Me pierdo en el fondo bajo las piezas de mi suelo,
¿Qué pasa si no armo mi camino?
Ok, me pierdo, prefiero al sol que quema, pero ya no,
entonces quemo, vuelvo al cielo, azul, morado y rojo,
rojo precioso me temo, extiendo la lengua,
el sudor del aire sabe extraño.
Encuentro un objeto rugoso al borde de mis dientes,
he olvidado que sigo mambeando,
siento el aire como azufre y polvo, mejor escondo la lengua,
me trago la vegetación y pica la garganta.
Abro más los ojos, los parpados quieren escurrirse pero no los dejo,
y como buscando la verdad, veo el lago oscuro a lo lejos,
que amamanta yerba fina, juguetona, sabrosa de locura.
Me dio por más, si escojo seguir el sendero
contiguo al lago, ¿será que todo vuelve a empezar?
jueves, 30 de enero de 2014
jueves, 23 de enero de 2014
Rueda
Luz dorada que entra oblicua
bajo el mugroso puente de granito
lugar en donde veo
una larga silueta representativa.
bajo el mugroso puente de granito
lugar en donde veo
una larga silueta representativa.
Mis brazos se han congelado,
el frío me aguijonea los poros
y me pongo morado
frambuesa multicolor.
el frío me aguijonea los poros
y me pongo morado
frambuesa multicolor.
Delirio de un cuerpo cansado.
No siento las piernas
de tanto girar en ejes mecánicos
cerebro-soborna-extremidades
no le creo ni a mi propia mente.
de tanto girar en ejes mecánicos
cerebro-soborna-extremidades
no le creo ni a mi propia mente.
Pariendo un monumental Atlas
atravesando montañas burguesas
y soñando con comer hamburguesas
atravieso el límite de esa imaginaria
línea roja de mi infierno.
atravesando montañas burguesas
y soñando con comer hamburguesas
atravieso el límite de esa imaginaria
línea roja de mi infierno.
Impulsando odio
pedaleando melancolía
liberando adrenalina
expulsando la comodidad
sudando esta mediocridad
y logrando 36 kilómetros
de efímera felicidad.
pedaleando melancolía
liberando adrenalina
expulsando la comodidad
sudando esta mediocridad
y logrando 36 kilómetros
de efímera felicidad.
Así, y solo así, mis siestas son realmente placenteras.
domingo, 19 de enero de 2014
Reflexión a la Isla
El horror de una vida incompleta, el cargo de conciencia que
conlleva el ser un sujeto falto de valor, de individualidad, de carácter… de
huevos. El día inicia y termina con las mismas acciones inertes que le mantienen
frustrado día a día, no hace lo que quiere y sufre por ello. Peor aún, no sabe
lo que quiere, ni si quiera sabe que le gusta. Su cama es el sarcófago en el
que vive momificado de rencores y pesimismos fantasmales. La vida se ha
convertido en una carrera impulsada por la inercia del nacimiento.
El aislamiento psíquico no es más que un ridículo refugio
para el miedo. No es el nido de la genialidad ni mucho menos del éxito. La
estadía en este refugio anti-todo es contraproducente, una implosión micro
universal, el lupus del ser. El Profeta lo dijo, la soledad imposible.
Es el turno de iniciar una búsqueda,
un viaje en barco. Zarpar de esta metafórica isla inexistente e ir hacia el
soleado y prometido optimismo comunicativo. El oír el llamado para una misión, más
que metafísica, humana, encarnada en la terrible responsabilidad de existir. Se
debe levantar la mirada, y así no se sepa hacia donde se va, ni con qué
objetivos, se debe buscar insaciablemente recorrer el camino espacio-temporal
que, a final de cuentas, será el único certificado de que hemos vivido.
El primer paso será buscar aquella
cualidad pasiva que subyace en el inconsciente y traerla a la esfera de la
realidad para hacer uso activo de ella. Luego veremos qué pasa.
martes, 7 de enero de 2014
¡A VOLAR!
Dibujo en Paint. Por: Luz Esperanza Cuberos. |
Estamos
respirando hacia adentro, como dice mi abuelo, quizá perdiéndonos de la fatiga.
Caminamos sin pausa y debemos respirar hacia adentro, tragarnos y atafagarnos
de todo lo externo, comernos nuestros sueños y nuestros deseos. Estamos,
además, olvidando al viento. Yo sé, que tengo un cielo para mirarte y no lo
aprovecho, tengo nubes para tocarte suave y hoy no las siento. Tengo el pasto
para rodearte y abrazarte, pero hoy se hace corto y frágil. Más hoy no nos
importa, porque nos condenamos inútilmente a enfrascarnos en la vida y en la
verdad. Porque dejamos de lado lo supremo del cielo, de la tierra café o del
sol. Estamos cayendo en lo más hondo del temor, porque supimos una vez que era
no saber, y cuando supimos no pudimos realizar, entonces tememos profundamente
a todo lo que nos rodea. Nos enfurecemos porque la música, la melodía sagrada
que nos mueve, que nos levanta y a veces también nos aqueja, no es permitida en
las prioridades anodinas y falsas, de felicidad tan prematura, que aunque es efímera,
es la que más fácil se consigue, la que no repara en consecuencias, en
sentimientos, la que dista en almas quebradas, en fuerzas tildadas, en olores
tan destructores.
Se nos está cayendo el cielo de algodón que habíamos construido con tanto esmero, tanta creatividad, tanta dulzura, se nos está pasando el tiempo, las horas son hojas volando con vuelo temeroso, de rápida y tenaz fugacidad, se nos quiebra la voz, se nos baja, se nubla la esperanza que teníamos, nos hundimos, nos enquistamos de tanto vacío, y estamos agarrados a la inútil fuerza inhóspita que une al cuerpo del alma, ese hilo que siempre sentimos que se rompe cuando estamos entre un dilema y no lo consideramos. Estamos agarrados a esa dualidad pero no nos importa, porque no somos quienes ni nadies para hacerle saber al resto que podemos, si queremos, distanciarnos de alguna de las dos, de escoger entre una y otra. No somos nadas ni todos para comprender que finalmente nos debemos el alma y el ser. Sin embargo cuando tratamos de hacerlo, terminamos inundados de una locura que solo la misma gente se inventa, esa locura que todos tenemos pero que el resto quiere disfrazar de diferente con el fin de subirse el ego a sí mismas... O con el fin de eliminar la fantasía de escoger cambiar el mundo siendo algo de otro mundo, un ser de diferente intelecto que finalmente se sitúa en un contexto de desquicio...
No entendemos cómo podemos escribir tantas estupideces y sentirnos libres, no entendemos cómo podemos sobrevivir sin poder hacer lo que por pasión entendemos que es lo nuestro. No entendemos como el alma se nos resbala por todo el cuerpo, se nos esconde y la dejamos, porque sabemos que está dolida. No entendemos que queremos tantas cosas y no podemos y tenemos que cambiarlas y reinventarlas para poder ganarlas, pero sí sabemos, en cambio, que más que ganarlas, las perdemos, perdemos nuestra senda porque ya no es como antes. Antes cuando era todo tan liviano, cuando no estábamos hastiados, cuando flotábamos sobre nuestros cuerpos y tendíamos el relieve al sol. Ahora es cuando musitamos escamados de tanta falsedad, mentiras de viejo supersticioso, cuando ponemos en juego nuestro infantilismo a cambio de un poco de la vida que nos arrebata, un poco de aire, temblor.
.............
Es
verdad que no entendemos nada, ni entendemos el motivo de los puntos
suspensivos de arriba, pero sabemos que si no entendemos para eso estamos en
este mundo, para llegar, investigar, creer y entender superfluamente. Pero yo
no entiendo, no puedo.
A volar...
A volar...
Dedicado
a mi alma y a mí.
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