domingo, 12 de octubre de 2014

Apuntes I: La perspectiva y la voluntad

La identidad se ha fundido en el mar de la mediocridad contemporánea. El hecho de ver en perspectiva, de observar por sobre la paupérrima realidad en la que se vive no es ninguna señal de genialidad; más bien es la puerta a la más afanosa desesperación. ¿De qué sirve estar consciente de la miseria actual si no se puede hacer nada? Aun más ¿De qué sirve conocer las conductas negativas, las enfermedades del alma, si uno no puede combatir contra ellas? Sojuzgado, casi que destinado a ser víctima de todas esas cosas que son más grandes que uno. Las condiciones sociales, económicas, políticas, comunicativas que condicionan nuestro comportamiento más allá del plano de la consciencia, que sobrepasan nuestra minúscula racionalidad y voluntad.

La voluntad es la capacidad individual de controlar los aspectos de la vida. ¿Todos los aspectos? No, solamente aquellos a los que tenemos acceso racional y sobre los cuales nos podemos empoderar, por medio de la misma voluntad o a través de herramientas. Nada más. Con voluntad no podemos controlar nuestro metabolismo, por más que sepamos la forma en la que funciona; a menos que tengamos a nuestra disposición las sustancias y los elementos que nos permitan accionar sobre este. Con voluntad no podemos aniquilar a las corporaciones, por más que sepamos la forma en la que dominan el planeta; a menos que construyamos una colectividad con una voluntad común.  

Por desgracia, la voluntad sin herramientas es lo mismo que las herramientas sin voluntad. La sociedad contemporánea pone a nuestra disposición la totalidad de herramientas de manera casi que gratuita, pero nuestras voluntades han sido debilitadas de tal manera que no tenemos fuerza si quiera para levantarlas.


No levantamos nuestro culo de este parsimonioso estado de ‘bienestar’. Esta comodidad arreglada. Este 'Mundo Feliz'. 

Abulia. 

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