domingo, 14 de septiembre de 2014

Orinando en la 127

Las cosas son,
como dicen por ahí,
para aquél que las necesita.

Y yo,
como no veo nada reprochable
en tan práctica regla
obedezco
sin pensarlo dos veces.

Así que,
frente a la necesidad fisiológica
ante un mar de ácido úrico
no me queda más opción
que orinar en cualquier sitio.

He orinado en la 127.

No  es que no quisiera
o que me diera pena
tener que atravesar la calle
en dirección al caño
saltar el separador
darle la espalda a los concesionarios
a los hoteles
a las clínicas
a los apartamentos
y tener que buscar un árbol
sacar el chimbo
si, el chimbo
y relajar mi esfínter
para que saliera la orina
y se dirigiera
sin intermediarios
al hediondo caño
mientras la gente
con miradas disimuladas
murmuraba
por mi falta de cultura
o de cordura.

Y qué más da
si orino en un caño
en un árbol
o en un baño,
he orinado
sin pena ni gloria
en la 127.



1 comentario:

  1. Mucho muy interesante *se rasca la barbilla y alza una ceja* es como cuando uno orina al pie de la estatua de Bolivar.

    ResponderEliminar