Lo detesto.
Detesto al sujeto que aparece en el espejo cada vez que me
paro frente a él. Odio sus labios gruesos, su boca grande y sus ojos extremadamente
pequeños. Odio también su corte “moderno”, su torso grueso y sus brazos
delgados. Odio sus grandes, gordas y gelatinosas piernas. Odio sus profundas
ojeras y su cara accidentada. Además, odio su nariz llena de espinillas y su espalda
brotada… Le odio de forma integral, tanto física como psicológicamente.
Odio al sujeto que está ahí, quieto, de pie.
Y después de todo no logro expresar lo mucho que me detesto.
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