La idea es la perfección. Si no fuera por las ideas, el
mundo no sería lo que conocemos hoy día.
Las ideas son inútiles en sí mismas, únicamente cumplen su
misión cuando son puestas en práctica.
Si no se es el Mesías de sus ideas no se es nadie. El Mesías
de sus ideas puede ser llamado
artista.
Hay que jurar el sacrificio perpetuo a la materialización de
la idea, hay que vivir por ella y nada más. Si no se vive por y para la idea
entonces se cae en la vanidad.
No hay que escatimar pensando en miedos ni en respetos, la
idea debe ser llevada a la realidad tal cual se pensó y aun mejor. Nunca hay
que minimizarla o mutilarla.
El origen de la idea es trivial: Plagio, epifanía o trabajo
dedicado. Eso no importa en lo absoluto, lo realmente trascendente es la idea como
tal.
La imaginación es la fuente de toda buena idea, por lo tanto
esta debe ser cuidada y estimulada frecuentemente.
Las ideas deben ser llevadas a la realidad en el menor
tiempo posible. Si se tiene una idea, no se debe descartar la posibilidad de
que a otra persona ya se le ha ocurrido (o se le ocurrirá) algo similar o mejor
y que ya lo está poniendo en marcha.
Son los actos los que determinan al ser. Por lo tanto se es
artista no por la cantidad de ideas que se tienen, sino por las ideas que se
llevan a la práctica. El crédito se lo lleva el sujeto que pone en marcha su
idea, no el que la deja en la mente.
Es preferible que la calidad prime sobre la cantidad. Una
sola obra magnífica es mejor que cien obras mediocres.
El que pretenda combinar calidad y cantidad, debe asegurarse
de ser un verdadero genio. Para la muestra tenemos dos botones: En la esquina
de lo poco y lo bueno tenemos a Rulfo; por
el lado de lo mucho y lo bueno vemos a Balzac.
El artista debe estar consciente del público a quien va
dirigido su idea. Para los comprensores de metáforas viene lo siguiente: No se
le puede dar carne a un vegano y verduras a un león… a menos que la idea
consista en burlarse de ellos. La idea máxima es la que provoca risa o fascinación.
Para terminar, no hay nada más deprimente que una idea
estancada. La conciencia se encarga de mortificar al sujeto negligente, como
dicen por ahí: “La peor diligencia es la
que no se hace”.
Señoras y señores, es hora de materializar sus ideas.
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