sábado, 18 de octubre de 2014

UN HOMBRE

Porfirio Barca Jacob

Los que no habéis llevado en el corazón el túmulo de un dios
ni en las manos la sangre de un homicidio;
los que no comprendéis el horror de la conciencia ante el Universo;
los que no sentís el gusano de una cobardía
que os roe sin cesar las raíces del ser,
los que no merecéis ni un humor supremo
ni una suprema ignominia:

Los que gozáis las cosas sin ímpetus ni vuelcos,
las radiaciones intimas, igual y cotidianamente fáciles;
los que no devanáis la ilusión del Espacio y el Tiempo,
y pensáis que la vida es esto que miramos,
y una ley, un amor, un ósculo y un niño;
los que tomáis el trigo del surco rencoroso,
y lo coméis con manos limpias y modos apacibles,
los que decís: “Está amaneciendo”
y no lloráis el milagro del lirio del alba:

Los que no habéis logrado si quiera ser mendigos,
hacer el pan y el lecho con vuestras propias manos
en los tugurio del abandono y la miseria,
y en la mendicidad mirar los días
con una tortura sin pensamientos:

Los que no habéis gemido de horror y de pavor,
como entre duras barras, en los abrazos férreos
de una pasión inicua,
mientras se quema el alma en fulgor iracundo,
muda, lúgubre,
vaso de oprobio y lámpara de sacrificio universal,


¡Vosotros no podéis comprender el sentido doloroso
de esta palabra: UN HOMBRE!

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