miércoles, 29 de octubre de 2014

Viento y polvo

Todo se llena de polvo. Es quizás la mejor forma de ilustrar el paso del tiempo, el abandono. Las diminutas virutas de tierra flotan por el aire, imperceptibles, mientras suaves corrientes de aire las arrastran a través de un mundo caótico. Corrientes de aire tan minúsculas como la de un dedo al moverse o un bebé al respirar… corrientes de aire tan poderosas como la de una tormenta en medio del Pacifico, como la de un tornado en Kansas.

Y allí, en medio de esos contrarios flujos de aire, están las pequeñas partículas de tierra y polvo. Aquellas que se refugian y se amontonan en los cuartos sellados y olvidados, esas que aparecen cuando la vida termina; esas, las virutas de tierra que se amontonan en mis parpados, que los cierran y me hacen recordar el placer de estar dormido, de haber sido olvidado.

martes, 21 de octubre de 2014

CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA

Porfirio Barca Jacob

El hombre es una cosa vana, variable y ondeante
MONTAIGNE

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la gloria nos sonríe.
La vida es clara,  undívaga y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos…
- ¡niñez en el crepúsculo!, ¡Lagunas de zafir! -
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña oscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos envuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.


Más hay también ¡Oh Tierra! Un día… un día… un día
en que levamos anclas para jamás volver…
Un día en que discurren vientos ineluctables,
¡Un día en que ya nadie nos puede retener!

sábado, 18 de octubre de 2014

UN HOMBRE

Porfirio Barca Jacob

Los que no habéis llevado en el corazón el túmulo de un dios
ni en las manos la sangre de un homicidio;
los que no comprendéis el horror de la conciencia ante el Universo;
los que no sentís el gusano de una cobardía
que os roe sin cesar las raíces del ser,
los que no merecéis ni un humor supremo
ni una suprema ignominia:

Los que gozáis las cosas sin ímpetus ni vuelcos,
las radiaciones intimas, igual y cotidianamente fáciles;
los que no devanáis la ilusión del Espacio y el Tiempo,
y pensáis que la vida es esto que miramos,
y una ley, un amor, un ósculo y un niño;
los que tomáis el trigo del surco rencoroso,
y lo coméis con manos limpias y modos apacibles,
los que decís: “Está amaneciendo”
y no lloráis el milagro del lirio del alba:

Los que no habéis logrado si quiera ser mendigos,
hacer el pan y el lecho con vuestras propias manos
en los tugurio del abandono y la miseria,
y en la mendicidad mirar los días
con una tortura sin pensamientos:

Los que no habéis gemido de horror y de pavor,
como entre duras barras, en los abrazos férreos
de una pasión inicua,
mientras se quema el alma en fulgor iracundo,
muda, lúgubre,
vaso de oprobio y lámpara de sacrificio universal,


¡Vosotros no podéis comprender el sentido doloroso
de esta palabra: UN HOMBRE!

domingo, 12 de octubre de 2014

Apuntes I: La perspectiva y la voluntad

La identidad se ha fundido en el mar de la mediocridad contemporánea. El hecho de ver en perspectiva, de observar por sobre la paupérrima realidad en la que se vive no es ninguna señal de genialidad; más bien es la puerta a la más afanosa desesperación. ¿De qué sirve estar consciente de la miseria actual si no se puede hacer nada? Aun más ¿De qué sirve conocer las conductas negativas, las enfermedades del alma, si uno no puede combatir contra ellas? Sojuzgado, casi que destinado a ser víctima de todas esas cosas que son más grandes que uno. Las condiciones sociales, económicas, políticas, comunicativas que condicionan nuestro comportamiento más allá del plano de la consciencia, que sobrepasan nuestra minúscula racionalidad y voluntad.

La voluntad es la capacidad individual de controlar los aspectos de la vida. ¿Todos los aspectos? No, solamente aquellos a los que tenemos acceso racional y sobre los cuales nos podemos empoderar, por medio de la misma voluntad o a través de herramientas. Nada más. Con voluntad no podemos controlar nuestro metabolismo, por más que sepamos la forma en la que funciona; a menos que tengamos a nuestra disposición las sustancias y los elementos que nos permitan accionar sobre este. Con voluntad no podemos aniquilar a las corporaciones, por más que sepamos la forma en la que dominan el planeta; a menos que construyamos una colectividad con una voluntad común.  

Por desgracia, la voluntad sin herramientas es lo mismo que las herramientas sin voluntad. La sociedad contemporánea pone a nuestra disposición la totalidad de herramientas de manera casi que gratuita, pero nuestras voluntades han sido debilitadas de tal manera que no tenemos fuerza si quiera para levantarlas.


No levantamos nuestro culo de este parsimonioso estado de ‘bienestar’. Esta comodidad arreglada. Este 'Mundo Feliz'. 

Abulia. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

PENULTIMA BIOGRAFÍA IMAGINARIA

Darío Jaramillo

El vivió tan intensamente los dos o tres instantes que 
                hace de su vida, la vida,
que la memoria había muerto y no tenía posibilidad de
                recordarlos:
pero un estigma lo ataba a la certeza de que de algún
                modo
aquellos instantes todavía eran suyos;
si me oyera, él no permitiría que les hablara a ustedes
                de estas cosas,
ni que mencionara sus enfermedades más secretas y
                constantes:
la manía repetida de soñar despierto,
la costumbre de cerrar los ojos para ver mejor,
la soledad sin ahínco,
la culpa que lo rodea como mar viscoso
la sospecha de la luz entrevista y de que  él conservaba
                algo muy antiguo de él mismo, que no estaba
                manchado,
que de algún modo permanecía inocente.
El vivió tan intensamente los dos o tres instantes que
                hacen de su vida, la vida,
que a fuerza de hacerse querer olvidó que él amaba
y esto lo supo tan bien como para que no le hiciera
                daño;
y casi siempre parecía viendo llover, aun durante
                prolongados lapsos de sequía y cuando hablaba
parecía hablando el idioma secreto de la lluvia
                nocturna.
Se me oyera, no me permitiría que les contara a
                ustedes estas cosas,
aunque es posible que guardara un silencio teñido de
                vacío
aunque es posible que abriera los ojos de su sueño
y hablara de animales de fuego y dijera que siente que
                en su boca está el mar de los Sargazos,
aunque es posible que preguntara alejado por algún
                pasaje remoto de mi vida
y añadiera que nunca hay nada de qué arrepentirse
y luego preguntara ensimismado en qué lugar de la
                tierra son ahora las tres de la mañana.
Aunque es posible, acaso, que también sonriera
                levemente.
En todo caso, él sabría que algo suyo mantendría
                fluyendo,
algo suyo que no podría recordar,
dos o tres instantes que tal vez, quién lo sabrá,
todavía no habían llegado.