Bajo el mar de la desesperación
me sumergí,
acabado,
vuelto mierda.
Sin ganas de nada.
Me he rendido,
entrego las armas.
Ya no soy nadie,
he bajado la guardia.
Frente a nuestra hora
de dificultad
he roto todo
aquello que me une
contigo.
Repitiendo tu nombre
una
y otra
y otra vez.
Maldiciéndote,
con los ojos
cargados de sueño,
los puños
cerrados y listos,
el corazón
desilusionado y cínico.
Con la mente
desecha y agotada,
los piernas
débiles y pesadas,
los brazos
delgados y manchados,
el cuerpo
inútil y sin gracia.
Reniego contra todo
y maldigo:
A todos y todas,
a ti,
a mi
y a toda la raza
humana.
Esa eres tu:
Humana.
Raza.
Y a todos tus hijos.
Al idioma extranjero
y el conocimiento
racional
de su estructura gramatical
también odio.
Tengo el martillo
y la trituradora.
¡Basta de pedantería!
Los enviaré
a todos
en dirección a la caldera.
Muerte a los ídolos,
lideres o
cabecillas.
Basta de esfuerzo,
no mas entrega.
Todo proyecto
quedará anulado.
Tu y yo,
sociedad e individuo.
Relaciones de poder
dentro del juego maldito.
Me retiro,
lo dejo todo en la esquina.
Salgo por la puerta
trasera
y allí,
entre los desperdicios,
me matan.
Denme una razón para vivir.
Nada de grandes sacrificios,
solo pido
una vida tranquila
y sencilla,
sin mucho esfuerzo
y buena comida.
Cuando me muera
quiero poder decir
que esta noche voy a
"Echar mis versos del alma"
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