miércoles, 21 de noviembre de 2012

Re-evolucionar


Necesitamos una revolución. Si, así como lo leen, una revolución. Todos lo saben bien, necesitamos una desde hace un buen rato, una que haga  temblar las bases y lo cambie todo de pies a cabeza. Eso si, no hablo de esa revolución en la que seguramente están pensando, esa que se amasa lentamente en los pasillos de las universidades publicas, en los foros de internet o en las reuniones sindicales. No, esa revolución me tiene decepcionado y sin cuidado. 

La revolución de la que hablo es una revolución literaria, una que cambie totalmente la manera de escribir. 

Últimamente me he dado cuenta que el oficio de escribir ha entrado en una etapa de desvalorización horrible. Tan horrible como las palabra desvalorización, economía, política, poder, dinero y guerra (todas groserías). No se si es impresión mía o si realmente esta sucediendo pero actualmente TODO el mundo escribe. Y esto no es malo en si, el problema esta en la clase de cosas que escriben y como se toman el oficio. Hoy en día cualquier pelmazo puede armarse unas tres o cuatro líneas malas, hacer un poema en verso libre y sale pa’ pintura, ya es un poeta consagrado. Hoy en día todos somos artistas y poetas del verso libre.

En mi opinión, el verso libre ha provocado una oleada de pseudo-poetas que llenan con sus cursilerías el internet (porque eso si, no nos atrevemos a publicar en otro lado y mucho menos intentamos escribir en un objeto distinto a un computador) y que buscan hacerse los interesantes diciendo que son escritores. Al carajo con esas personas, son simplemente farsantes a los que se les van a acabar las ganas de escribir cuando les termine de crecer el vello en los genitales. Si no es así tengan por seguro que entonces tendremos otro Coelho y un par de Best Sellers.

Y el problema no esta solamente en que todo el mundo escriba mierda, sino también en que las personas que tienen vocación de escritores (los que van a ser escritores de verdad) están escribiendo todos sobre los mismos temas bobos. Hace unos días, en la universidad, compré una revista independiente de literatura e ilustración. Imagínense la sorpresa que me lleve al abrirla y encontrar en los cuentos y poemas un estilo narrativo similar y unas temáticas idénticas a las que había leído ya en otros lugares. No se porque, pero o todos los escritores de esta generación son la misma persona o están todos leyendo lo mismo. No se siente esa chispa de innovación y se siguen dando cabezazos contra los mismos temas para escribir.

Quizás sea verdad lo que pienso a veces, que ya todo ha sido escrito. Quizás ya no halla nada más que hacer. Apague y vámonos.

Aun así, dentro de mi tengo la remota esperanza de que, en el momento y lugar indicados, aparecerá un grupo de personas brillantes que le darán un vuelco a la forma como se esta escribiendo. Si estas personas ya están aquí quiero que sepan que tienen todo mi apoyo. Dentro de nosotros sabemos que hay que cambiar estar mierda. 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Puti-opinión


Ya hace un buen tiempo que no escribo y como es obvio, uno se siente algo oxidado. Quiero entonces recuperar cierta practica y tomar cierto ritmo escritural, así que a partir de ahora planeo subir como mínimo una entrada de opinión al blog de Putismo Literario. Sé que al principio no contaran con un ritmo narrativo sabroso y que tendrán una argumentación medianamente aceptable, pero aspiro y espero que a largo plazo mejoren y sean cada vez más claras e interesantes. Por ultimo quiero dejar en claro que estos textos no representaran la opinión colectiva de los integrantes del Putismo Literario, sino mi punto de vista particular. En todo caso, gracias a internet por esta porción de anonimato que nos da… eso de decir cosas sin que a uno lo detecten físicamente produce mucha comodidad.

Y quiero empezar este primer espacio justamente con esa temática de las identidades virtuales. Todos los días cientos de adictos desperdiciamos suficientes horas en las redes sociales. Digo suficientes porque no quiero reconocer las 5 horas que desperdicio diariamente desde que llego de la universidad hasta que, frustrado por no haber hecho ni mierda, me acuesto a dormir. Ahora bien, gracias a esta estúpida costumbre me he familiarizado tanto con el asunto, que puedo dar cuenta de los cambios que sufre la personalidad en estos sitios.

Si, también soy uno de ellos.

Creo que más que nada, lo que aporta y engancha tanto en las redes sociales (Facebook en mi caso) es esa falsa sensación de seguridad que transmiten. Pero esa “seguridad” se debe principalmente a que las personas detrás del computador no están en frente de la totalidad de la otra persona, simplemente tienen contacto con una parte del interlocutor. Cuando uno esta frente a frente con otra persona la comunicación no depende solamente de lo que se esta diciendo, sino también de factores extralingüísticos como lo son la expresión corporal y las entonaciones discursivas. En cambio, la comunicación por chat elimina la mayoría de estos factores y deja literalmente la conversación en esqueleto, solamente el mensaje escrito. Si no lo creen intenten decir un buen sarcasmo por chat.

 Al comunicarse de esta manera las personas inseguras se sienten más a gusto y empiezan a forjar una personalidad alterna que, en muchos casos, es mucho más interesante que la personalidad original. De esta manera las personas con determinadas falencias empiezan a mostrar una cara más fuerte de ellos, intentan llenar en la red social lo que les falta en la vida real. Y aquí viene lo divertido: Si son hombres se empiezan a sentir confiados, capaces de coquetearle a cualquiera de sus contactos, capaces de defender cualquier idea a capa y espada; si son mujeres son mas extrovertidas, abiertas a temas controversiales como la sexualidad e inclusive algunas se creen locas, imaginan vidas de caricaturas y series de internet.

Por mi parte puedo asegurar que fui victima de ese proceso que, para colmo de males, se da de manera totalmente inconsciente. Poco a poco y sin darse cuenta, uno comienza a vivir como siempre quiso, pero en una realidad virtual, mientras que en la realidad uno es el mismo perdedor de todos los días. Ese perdedor que no es capaz de hablarle a la gente porque le da pena o fastidio, o esa perdedora de la vida insípida que no quiere traer a acotación.

En fin, con todo esto no pretendo ni señalar ni excusar a los inestables usuarios de las redes sociales, en realidad mi objetivo es incitar a la auto-reflexión. ¿Sera que por medio de Facebook estoy demostrando lo que no soy? ¿Me estoy creyendo un cuento virtual que no podría sostener en la realidad? ¿Soy en realidad así? Sean las que sean las respuestas (o las preguntas) lo importante esta en darse cuenta de la farsa y empezar a esforzarse en la vida real por ser mejor persona. Vivir feliz como una lombris. 

Por cierto, soy un cura que predica pero que no aplica, así que les deseo suerte si lo intentan… por mi parte seguiré escribiendo desde el cómodo anonimato de internet, que es casi lo mismo que vivir una red social (y hasta  peor debe ser, igual de terrible que el titulo de la entrada).